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Aitana

Soy Aitana Sáez y tengo trece años en tierras de Navarra. Alta, delgada y muy deportista. Mi ropa es moderna y actual y casi siempre visto de azul ya que me encanta ese color.

 

Dicen que tengo la cara en forma de corazón. Mi tez es tostada, mi frente amplia y mis cejas negras y espesas. Tengo dos ojos, marrones y expresivos y a veces cuatro porque necesito gafas o lentillas. Mi nariz  pequeña y mi boca como una fresa que esconde diminutas y blancas perlas. Una peca desde pequeña tengo encima del labio superior. Tengo las mejillas redondas y coloradas, las orejas luciendo perlas y el cuello corto.

Poseo un cabello castaño, rizado y largo que casi siempre me gusta llevarlo suelto. Mis piernas y brazos largos y delgados; en cambio mis manos son pequeñas y delicadas como las de mi madre.

Físicamente me dicen que no me parezco mucho a mis padres, sino a mi tío Ángel, hermano de mi madre. ¡Bromas de la genética!

 

Yo: alegre, optimista, sensible y algo tímida al igual que mi primo Asier. Si cojo confianza soy más abierta con los demás. Observadora como un águila, dicen en casa que además soy muy madura para mi edad. Mi opinión es muy valorada por mis padres. Me llaman “la negociadora”, de todo tengo que opinar.

 

Trabajadora, ordenada y exigente conmigo misma. Incansable y creativa. No me gusta madrugar y me consideran una chica con carácter, por eso, si me enfado, soy explosiva como cuando abres una botella de coca-cola agitada. Lo bueno es que no soy rencorosa. Siempre fiel a mis amigos y amante de los perros. Decidida y obstinada. Sólo sé que mis padres me han enseñado que en la vida, si te caes, lo importante es levantarte y volver a intentarlo hasta lograr tu objetivo como en el surf.

 

Me apasiona la pintura como a mi padre, disfruto mucho pintando lienzos grandes. Me encanta jugar al pádel y salir de fiesta con mis amigos. Adoro cabalgar entre las olas todos los veranos en Hendaya con mis primas Sara y Lucia. Patinar, bailar, viajar e ir de tiendas con mi madre. Mi comida favorita es el chuletón al punto de la Casona y las “piparras” de la huerta de mi abuelo.

 

Esta soy yo, orgullosa y feliz de ser así con lo bueno y lo malo que tengo. Aunque esto no me impide desear ser mejor persona cada día. 

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